¿Cuántas veces hemos visto a la gente que tira sus desperdicios por la ventana cuando estamos en el taxi o en el bus? O las envolturas de galletas, botellas, papeles, etc., tiradas en la suelo y en las áreas verdes, como si fuera la cosa más natural del mundo usar la vía pública como basurero. El verano es para disfrutar pero ¿Cómo hacerlo si encontramos nuestras playas sucias?
¿Será que ya se convirtió este acto de contracultura contaminante en un hábito?
Yo por mi parte, cada vez que he podido, me atrevo a llamar la
atención de una forma muy sutil y respetuosa a toda esa gente que sigue este
hábito, esperando que se avergüencen y recapaciten… ¡Qué ilusa soy! Muchas de ellas ni se
inmutan y se limitan a ignorarme. Y lo peor de todo es que, a veces, tienen
el basurero tan cerca.
Pero, hay algo que me indigna
más y son los comentarios como: “no es mi distrito” o “le doy
trabajo a los de la municipalidad” no es la voz. Una vez vi un letrero en
un bus que decía: “No deje basura en el carro, sea culto y tírela por
la ventana”... ¿En dónde estamos?! Estoy completamente segura de que esta
misma gente contaminante se quejan de un país que no progresa.
Lo fatal y muy cierto es que muchas veces el mal ejemplo lo dan
nuestras autoridades. Un amigo comentó que estaba manejando detrás de un carro
de policía y, repentinamente, un empaque de plástico vuela desde la
ventana del carro y luego un vaso desechable. El pasó junto al carro y observó
que sólo estaban dos policías. Lamentablemente, este es uno de los ejemplos
que recibimos de los que se suponen que “hacen cumplir la ley”.
“Odio
a la gente sucia que bota basura en las calles”
No es mi intención causar odio entre
nadie, ya sea por condición social o educación. Pero es inevitable sentir algún
tipo de repulsión por estas personas, algunas de ellas que contaminan por
ignorancia y otras que son consientes del daño que hacen y no les importa.
Me causa cierta tranquilidad saber que no
estoy sola en esto, que como yo hay más personas que quieren que este hábito
termine, gente que está cansada de ver a otras personas tirar papeles al suelo,
escupir en la calle, tirar el chicle de la boca, las colillas de cigarro… La
idea es que nosotros, es decir, las personas que son consientes de lo que se
trata “no contaminar el ambiente público” ayuden a promover
este mensaje de limpieza urbana a los demás, que no tienen criterio de limpieza.
“Seamos el cambio que queremos ver”
Empecemos por los más cercanos a nosotros:
familiares, amigos, vecinos, en la calle, el carro que vayamos, en nuestros
hogares, etc., y, sobre todo, en el futuro
del país: los niños.
Señores, la educación vienen de casa y la
cultura de un pueblo la demuestran en sus calles y sus jardines. Los primeros
en inculcar normas de urbanidad son los padres, es un deber de todos ellos
enseñarles a sus hijos, desde muy pequeños, que la basura no se tira al suelo y predicar con el ejemplo.
Respetemos los derechos de los demás; por ejemplo, guardando nuestros
desperdicios en nuestros bolsillos, maletas o mochilas y llegando a casa
botarlas en el tacho, porque a veces pensamos “esto es pequeño y no hará
daño” pero empecemos por las pequeñas cosas para hacer el cambio.
La ciudad más limpia no es la que se barre más, sino la que menos se ensucia.
Cuando veamos a alguien contaminar… ¡hablemos! Y digamos lo que merecen oír,
respetuosamente. Y no es sólo es el hecho de no tirar basura, también que se
implemente una cultura de reciclaje.
Como me enseñó mi maestra de primer grado: "La basura al basurero, me dijo un buen portero, que vivir entre basura es de gente sin cultura."
Gracias a todos por su atención, participación
y su compromiso de predicar con el ejemplo.